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La Expulsión de los Moriscos y la Actividad de los Corsarios Norteafricanos

La Expulsión de los Moriscos y la Actividad de los Corsarios Norteafricanos

Autor: VV. AA.
Editorial: Ministerio de Defensa
Año de edición: 2.011
9788497816519
Encuadernación: rústica
102 pág.
17,0 x 24,0 cm.
6,00€




Contenido:

Nadie puede negar que a través del tiempo las relaciones de España con el Islam fueron extensas, intensas y la mayor parte de las veces tensas. Desde que la invasión musulmana puso el pie en suelo español hasta la toma de Granada, la presencia islámica fue una constante de riesgo y preocupación. Hubo ciertas épocas en que la asimilación parecía asegurada -época del esplendor del califato de Córdoba-, pero la reconquista emprendida desde Covadonga no tuvo flaquezas o descanso, aunque sí muy distintas alternativas en los esfuerzos de expulsar al invasor, no siempre propiciados en campos de batalla o enfrentamientos.

Con la expulsión de los moriscos españoles decretada en 1609 por Felipe III, más que a impulso del propio rey, por intereses personales de su valido el duque de Lerma, se pretendía zanjar un problema interior que debía resolverse por medios disuasorios. Distribuidos por las zonas agrícolas de Cataluña, Valencia, Murcia, Aragón y Andalucía, los moriscos eran buena parte del pueblo labrador. Las sospechas de su entendimiento con berberiscos y turcos, su persistencia en el mahometismo y sobre todo su alto componente demográfico y su acaparamiento de dinero eran causas más que suficientes para su extrañamiento. El beato Juan de Ribera, arzobispo de Valencia, intentó su conversión, pero fracasó porque la población morisca constituía una minoría no asimilada y difícilmente asimilable cuyos costumbres religiosas contrastaban profundamente con las del resto de la población cristiana. El pueblo los odiaba por su buena y seria administración y sobre todo por la amenaza que suponía sus entendimientos con los moros del norte de África.

Los moriscos no aceptaron de buen grado su expulsión. El decreto se leyó por primera vez en las calles de Valencia, pero en Alicante estalló un movimiento de rebeldía mientras esperaban el embarque. La resistencia resultó inútil. En Andalucía, sin embargo, la expulsión se realizó sin dificultades y el éxodo morisco ya había comenzado antes de hacerse pública la decisión real.

Refugiados en el norte de África, también los moros abusaron de ellos. Pero un grupo mejor organizado se situó en Salé, propiciando una comarca de piratas que constituyó un serio peligro para la seguridad comercial y pesquera cristiana.

Más de 150.000 brazos útiles para el campo abandonaron España, siendo víctima de saqueos y extorsiones por los caminos. De aquí que la opinión del país, especialmente en la región valenciana, estuviese profundamente dividida. Se alzaron voces autorizadas, como las del padre Aliaga.



Índice:

Apertura, por el director del Órgano de Historia y Cultura Naval, CA Gonzalo Rodríguez Gonzalez-Aller

La expulsión de los moriscos, por Rafael Banítez Sánchez-Blanco

La Armada del Mar Océano y la jornada de Túnez (1609) (I), por Manuel Lomas Cortés

La defensa de las costas Mediterráneas, por Enrique Martínez Ruis

Los corsarios de Salé, por José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán

Bases y logística del corso berberisco, por Miguel Ángel de Bunes Ibarra

Precio: 6,00 €, I.V.A. incluido (4%)

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